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Prefectura investigó en el 2023 un OVNI que salió del mar

Un año atrás, los tripulantes de un buque mercante observaron ocho luces naranjas que se sumergían en el agua y luego volaban en distintas direcciones y a toda velocidad. Prefectura investigó el hecho y lo que los tripulantes que observaron el fenómeno durante alrededor de una hora.

La madrugada del 29 de agosto de 2023 se vio un fenómeno singular. El buque mercante San Matías I navegaba a varios kilómetros de la Península Valdés, en Puerto Madryn, cuando frente a los ojos de los dos hombres que venían a bordo -el primer oficial y el segundo- unas luces naranjas emergieron desde el mar y volaron en diferentes direcciones en el horizonte. Ellos dos y otros capitanes vieron a un OVNI hacer movimientos imposibles para alguna nave terrestre.

Casi un año después, a raíz de un pedido de información de la Comisión de Estudio del Fenómeno OVNI de la República Argentina (CEFORA) al Ministerio de Seguridad, salieron a la luz las testimoniales de los oficiales que denunciaron el hecho ante la Prefectura Naval Argentina.

En uno de los documentos a los que accedió Infobae se expone el caso de un “avistaje de luces en navegación”, tal como dice el título. Allí se describe que la tripulación del buque divisó en el cielo sobre la banda babor, sin poder precisar distancia, pero a lo lejos en el horizonte, “luces que tenían la apariencia de bengalas con paracaídas”.

Según dice la testimonial, ambos habían consultado si había algún buque en cercanías que se hallara en emergencia, pero la respuesta había sido negativa. Tampoco había aeronaves volando por la zona. “Gracias al uso de prismáticos, desde el control observaron luces en forma de estrellas, alrededor de ocho luces que iban y venían con movimientos rectilíneos hacia arriba, hacia abajo, en forma inclinada y a la vez se entrecruzaban, aparecían y desaparecían”, describen.

El avistamiento se produjo en la latitud: 42°25′6″S y longitud 62°45′0″W y, según una comunicación interna de Prefectura llamada MOI (mensaje oficial interno), el objeto salía de las profundidades del mar. El capitán del San Matías, cuyo nombre es preservado en los documentos oficiales, fue requerido por puente de mando y reportó “luces color rojo-naranja saliendo del mar”.

“Hay un evento similar muy cerca, en la Patagonia chilena. El 17 de febrero de 2002 en San Gregorio, en el Estrecho de Magallanes, una familia pudo ver sobre el océano una especie de OVNI tremendamente grande muy al ras del agua que generó mucha repercusión. En ese momento lo analizó la Comisión de Estudios Aeroespaciales de Chile”, señaló Andrea Simondini, directora de CEFORA.

En los últimos años, avistajes de este tipo propiciaron un cambio de denominación. La terminología de objetos voladores no identificados (OVNIs) se reemplazó por el acrónimo UAP “unidentified anomalous phenomenon” (fenómeno anómalo no identificado). Dentro de esa categoría, también tienen lugar los objetos que, como aquel reportado el 23 de agosto de 2023, se pueden sumergir en el mar y luego volar por los aires.

El audio de la tripulación con Prefectura durante esa madrugada da cuenta de lo que vieron los testigos: “Ahora aparecen otra vez en el cielo, hacen un trayecto de no sé cuántas millas, desaparecen y después vuelven a aparecer en el horizonte, eran 8 luces naranjas. Ahora se ven solamente tres, a veces dos que van y vienen, en el mismo trayecto. Ahora parecen una estrella”, notificó el primer oficial a bordo del buque.

Los escépticos sugieren que se trata de satélites Starlink que tantas confusiones están generando por la noche a los que no están familiarizados con su observación. También se barajó la posibilidad de que fuera algún cometa o de que se tratara de chatarra espacial. Pero ninguna de esas hipótesis explica el movimiento de aquel objeto que, según dicen todos los testigos, era capaz de adentrarse en el agua y de volar en distintas direcciones.

“Yo fui testigo y sé muy bien lo que vi. Me la paso en el mar más de 320 días por año”, dijo el capitán Cristian Guillén, uno de los testigos que vio con sus propios ojos el evento. Guillén tomó el cambio de guardia el 23 de agosto de 2023 cerca de las 4 de la mañana y su compañero le compartió las novedades. Iban navegando desde Puerto Madryn a zona de pesca y en la radio empezó a modular un capitán que estaba viendo cosas.

“Es algo maravilloso ver un espectáculo así. Yo no creo que sea una nave, no creo que sean meteoritos ni chatarra espacial. Tenía trayectoria y volaba a 90 grados. Nosotros hemos visto cosas, pero nunca vimos un evento tan claro como esa noche. Fue muy nítido. No sabría precisar el tiempo que transcurrió. Quizás fueron cinco minutos, pero a nosotros nos pareció media hora o una hora”, comentó.

Guillén vio algo que a los tripulantes del buque San Matías se les pasó por alto. Al mismo tiempo que las luces naranjas dejaban una estela como si fueran bengalas, con movimientos estrambóticos a toda velocidad, divisó una nave en forma de “pebete”, alargada, de color gris oscuro, flotando en el cielo por encima de la flota. “Era como un antiguo zeppelin, pero no hacía ruido y estaba estático escondido entre las nubes”, describió.

Ante este tipo de relatos, la primera reacción obvia es el escepticismo, buscarle una explicación racional. Por eso, en general, los pilotos de avión o los capitanes de barco prefieren callar sus experiencias “paranormales” y evitar que los tilden de “locos”. En este caso, la diferencia es que los testigos son varios. “Lo vieron un montón de personas. Hay muchos capitanes que iban y venían y también lo observaron”.

Según cuentan, las luces parecían bengalas que encandilaban la vista de los testigos y, por ende, no se llegaba a precisar su forma, pero parecían tener independencia. Se separaban y volvían a unirse, iban y venían. No se movían por gravedad, sino que corregían su rumbo a una velocidad meteórica.

Al día siguiente del suceso, el 30 de agosto de 2023, los dos oficiales a bordo del buque fueron llamados a declarar. En las testimoniales, que se difundieron recién ahora, tanto las identidades de ellos como la del agente de Prefectura que los interrogó son preservadas. Todos los nombres figuran tachados.

Los relatos coinciden en su esencia. Solo hay unas pequeñas diferencias entre los testimonios: algunos dicen que el evento duró 30 minutos, otros que lo vieron durante una hora e incluso dos. Los dos tripulantes respondieron que no llegaron a tomar imágenes ni videos del evento. Aseguraron que no había aeronaves ni buques en los alrededores, que las luces se mantenían a la misma distancia sobre el horizonte y uno de ellos aclaró que volaban, a ojos del observador, unos 40 grados hacia arriba.

Uno de los testigos privilegiados, que prefiere que no se difunda su nombre y apellido, alude en forma simpática al fenómeno. “Nuestros amigos de las estrellas”, dice en referencia a que es más usual de lo que uno cree percibir sucesos extraños en la inmensidad del océano.

Pero este caso, asegura, fue distinto. ”Las luces salían del agua, recorrían largas distancias y volvían al centro de nuestra visión. Se movían para todos lados: para arriba, para abajo, para los costados, a una velocidad inimaginable, muy rápido. Se metían y salían del agua. Estamos acostumbrados a ver aviones, satélites, pero nunca vimos algo que se moviera así”.

Las luces, considera, “no se veían amenazantes”. Hace ya meses que veía los satélites de Starlink merodeando la zona. Al principio le resultaba extraño, lo desconcertaba cómo se movían en el cielo de un lado a otro sin razón aparente, pero insiste: “Esto era distinto. Se metían y salían del agua a una velocidad increíble”.

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