El Diario Digital
Opinión

Las ocho Banderas del General Manuel Belgrano

El general Manuel Belgrano tenía una innata percepción de la psicología social, esto le hizo comprender que solo mediante imágenes y con el ejemplo de su conducta personal podía llegar al alma de un pueblo mayormente iletrado para inspirarle el ideal de la emancipación.

Por Ernesto Bisceglia

La Historia afirma que Belgrano creó la Bandera Nacional, un hecho que los argentinos asumimos con mucha emoción y una verdad que afirman los eruditos.

Excepto para quienes habitan la provincia de Jujuy, es mucho menos conocido que a Belgrano también se le debe la Bandera Nacional de la Libertad Civil; símbolo patrio histórico que, de hecho, es la segunda enseña nacional. Así lo reconoció la Ley Nº 27.134 en el año 2015. Su origen y trayectoria está fundamentados en sólidos documentos. La misma es también la que identifica a esa provincia norteña.

En realidad, el Prócer fue un múltiple creador de banderas. De su inspiración y voluntad surgieron nada menos que ocho; que se individualizan y reseñan más adelante.

Las dos mencionadas alcanzaron evidente trascendencia. Sobre  las otras los estudiosos no especializados caen en confusiones que se trasmiten a la sociedad y provocan no pocas contradicciones.

Como consecuencia de las azarosas circunstancias de los primeros años del período revolucionario, no se han conservado ejemplares de nuestras primeras enseñas, excepto la Bandera Nacional de la Libertad Civil. Para reconstruirlas solo contamos con descripciones de diferente tenor lo que dificulta la tarea y en algunos casos se prestan a interpretaciones disímiles.

Valga como ejemplo anecdótico que, un amigo, muy exagerado él, me señaló cierta que vez, que sobre la disposición el diseño de nuestra primera bandera ha corrido tanta tinta que su caudal compite con el río Paraná.

No deja de extrañar que Belgrano nunca se atribuyó ser creador de la Bandera Nacional, como hoy se lo caracteriza; más aún, tampoco sus contemporáneos hacen referencia a este rol. Lo propio ocurrió en las numerosas ceremonias fúnebres que se le tributaron al cumplirse el primer año de su deceso.

Si bien Belgrano dejó escrito y rubricado cómo fue la enseña que izó en Rosario, los términos con que lo hizo suscitan interpretaciones diversas. Lo mismo ocurre con otras descripciones de las banderas que se le atribuyen.

El Instituto Nacional Belgraniano, al que me honro de pertenecer, entiende que las dos banderas que aparecen en el retrato que el artista Carbonnier pintó al prócer en su presencia, son prueba suficiente de que la enseña primigenia de nuestra nacionalidad era de dos franjas horizontales, blanca la superior y celeste la inferior.

Entre las banderas cuya creación se atribuye a Belgrano, hay una pieza casi ignorada por la Historiografía, cual es aquella que entregó a Ntra. Sra. de la Merced junto con su bastón de mando, como acción de gracias por el triunfo en la batalla de Tucumán.

Las corrientes historiográficas y las ideologías latentes, contribuyen a enturbiar el panorama. Por ejemplo: a los autores de cuño liberal les resulta poco digerible que Belgrano haya proyectado la bandera del eventual “Reino Unido de las Provincias Unidas del Río de la Plata; Chile y Perú”.

El sistema escolar promovió por generaciones un relato simplista; acrítico y hasta almibarado sobre los hechos que definieron la creación de la bandera. Se trató de presentar al símbolo como una herramienta de cohesión en el complejo proceso de integración de la masa inmigratoria llegada al país. Así, se prefirió construir un relato unidireccional, bajo una visión seudo mesiánica que en nada condice con los hechos.

Esta entrada presenta un avance sobre un estudio que tengo en pleno desarrollo. Para caracterizar las imágenes se usa el código FIVA (Federación Internacional de Asociaciones Vexilológicas) y se aporta un marco de referencia básico de cada pieza.

En consecuencia, fueron ocho banderas las que se originaron en la inspiración de Belgrano.

Existen además dos banderas de incierta datación que algunos autores atribuyen a Belgrano. Ambas fueron descubiertas en el año 1883 aunque el hallazgo se divulgó dos años más tard. Se hallaron en la capilla dedicada a Santa Teresa, en el paraje de Titiri, cercano al poblado de San Pedro Macha (hoy provincia de Chayanta, departamento de Potosí; Bolivia).

En base a vagos testimonios de dos pobladores del lugar y otras referencias circunstanciales, el sacerdote que las encontró arrolladas, formando una suerte de marco a dos pinturas religiosas, interpretó que habrían pertenecido al ejército comandado por el general Belgrano quién las habría hecho esconder para evitar que fueran capturadas por tropas realistas luego de la batalla de Ayohuma. En su momento, la hipótesis fue admitida sin mayor crítica ni rigor histórico y con ello quizás se perdió la posibilidad de contar con elementos de mayor objetividad.

La primera presenta dos franjas celestes fue entregada a la República Argentina en 1896 y hoy se preserva en el Museo Histórico Nacional; durante muchos años se la sindicó como la “bandera de Ayohuma”.

A la otra se le atribuyó originalmente haber pertenecido a una unidad miliciana formada en el Alto Perú que combatía bajo las órdenes de Belgrano. Quedó en Bolivia; constituye la pieza principal del Museo “Casa de la Libertad” de Sucre y se la conoce como “bandera de Macha”. En 1957 el investigador Augusto Fernández Díaz consideró que esta era la enseña que Belgrano izó en Rosario el 27 de febrero de 1812 y que la otra correspondía a la que ondeaba en el Fuerte de Bs. Aires, que Rivadavia envió a Belgrano con orden de sustituir a la primera.

La crítica histórica no ha probado esta hipótesis, antes bien se ha desmentido que la celeste-blanca y celeste fuera la empleada en el Fuerte, ya que en éste se usaba la roji-gualda española, por tratarse de una plaza marítima. Empero, la leyenda ha divulgado estas interpretaciones, que algunos admiten sin mayores elementos de prueba.

En definitiva, no hay seguridad alguna de que estas banderas correspondan a unidades que alguna vez estuvieron bajo las órdenes de Belgrano; tampoco que hayan ondeado en la batalla de Ayohuma; ni que se las haya escondido en Titiri luego de la derrota. Menos aún que la blanca-celeste y blanca haya sido la que el prócer mandó componer e izar en Rosario. Tampoco puede negárseles todo valor; de hecho, su antigüedad evidente invita a considerarlas como reliquias históricas de data indeterminadas.

Contradice la hipótesis que Belgrano haya convocado a los dispersos en Ayohuma (14 de noviembre, 1813) agitando la bandera del ejército y que en dos cartas a San Martín fechadas el 25 de febrero y el 6 de abril de 1814, donde le encomienda emplear la que» en medio de tantos peligros» ha conservado. En consecuencia, es obvio que si la preservó no se perdió en aquella batalla.

Related posts

El día más importante de la historia política argentina

Maca

La bondad de los idiotas

Eduardo González

Repensando al sistema procesal penal

Eduardo González